Akutagawa, precisamente en uno de los relatos que escribio, "registro de defunciones", retrataría a su madre en estos términos:

Mi madre estaba loca. No he sentido ni una sola vez afecto filial hacia mi madre. Solía recogerse el pelo con una peineta y, mientras estaba sentada en nuestra casa del barrio de Shiba, lanzaba bocanadas de humo de tabaco a través de la larga boquilla con que fumaba. Era menuda tanto de cuerpo como de cara. En cuanto a su semblante, era de un gris macilento y sin vida. Cuando me topé con la expresión " sabor a barro y mal aliento" leyendo " El romance de la cámara del oeste" enseguida me acordé de la cara de mi madre: un enjuto rostro amarillento.
Mi madre jamás se ocupaba de mí para nada. Recuerdo que una vez, cuando subí al piso de arriba con mi madre adoptiva solo para saludarla, de repente me atizó en la cara con la larga boquilla de su cigarrillo. Sin embargo, normalmente, mi madre era una loca tranquila. Cuando mi hermana y yo le exigíamos que nos hiciera un dibujo, nos lo hacia en medio folio doblado en cuatro. Para dibujar no solo usaba el blanco y negro de la tinta china. Con las acuarelas de mi hermana daba color a la ropa de niños que iban de excursion y a las flores de las plantas. Sin embargo, irremediablemente, todas las personas que aparecian en sus dibujos tenían cara de zorro.

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