Ishikawa Takuboku y su Romaji Nikki

En el cielo despejado se levantaba un fiero ruido y soplaba un violento viento del oeste. Las ventanas de la tercera planta traqueteaban incesantemente. Desde esos huecos, el polvo de arena que se levantaba desde los lejos entraba con facilidad. Y aún así, las nubes blancas esparcidas por el cielo no se movían lo más mínimo. Al llegar la tarde el viento finalmente se calmó.Los rayos del sol de un día primaveral teñían cálidamente el vidrio esmerilado de la ventana y hubiera sido un día en el que se podía sudar sino no fuera por el viento. El abuelete de la líbreria de alquiler, que siempre venía, entro mientras se frotaba la nariz con la palma de la mano mano y dijo "sopla un viento malo de verdad". 

 

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